La verdad es aburrida.
Me irrita que haya tenido que vivir en este mundo durante más de medio siglo antes de darme cuenta de que lo mejor y lo más efectivo de todo es dejar de decir o de hacer lo que sea.
Llega la amenaza, como un gusano que se asoma por su agujero y vuelve la cabeza hacia la luz.
Estar hasta las narices es un mal común, pero le ponemos nombres más complejos para poder vivir con ello.
Cuando se tiene algo que esconder, merece la pena ceñirse lo más posible a la verdad.
El humor es importante.
Por dentro siempre estamos sonriendo.
Ya he pasado los cincuenta y, aún así, he vuelto a esta vieja rebeldía infantil, como si una parte adolescente de mí hubiera estado durmiendo en alguna parte y ahora se hubiera despertado y hubiera devorado a la parte adulta de un solo bocado.
Si un hombre y una mujer se comportan de la misma manera, la mujer parecerá más enfadada, por lo que, para compensar, las mujeres tenemos que sonreír y asentir con la cabeza más que los hombres.
El cuerpo es la jaula en la que vivimos y, de vez en cuando, sin que sepamos por qué, sacudimos los barrotes y la jaula se tambalea.
Por suerte, los médicos nunca van al médico.
El encanto, el atractivo, la suerte, la mala suerte y el sufrimiento no están repartidos de forma equilibrada entre la población.
Los que más necesitan, a menudo son los que menos reciben.
La muerte puede ser un baño purificador, las enfermedades terminales nos hacen levantar la vista y mirar mejor las cosas, así que por qué no utilizar este truco cuando la gente está sana, por qué usarlo justo antes y después de que alguien muera, por qué no en la vida saludable y cotidiana.
En un entierro, todo está sublimado, en un entierro no hay cabida para asuntos menores como el olor a humedad o unos ojos que miran fijamente.
En el silencio surgen las preguntas.
Todo el mundo tiene un punto débil, un punto ciego, un ángulo muerto, una zona sin vigilancia. Una zona que no sabemos que existe hasta que alguien la encuentra y entonces ya es demasiado tarde.
Recibí un mensaje: hola Así, sin punto ni nada. Me quedé mirando esa palabrita sin voluntad de nada ni un objetivo claro, y la sentí como una pesada garra que se apoyaba sobre mi hombro.
Hacemos como que nos preocupamos por algo que nos da lo mismo y fingimos no preocuparnos por algo que sí nos importa.
Me dolía la mandíbula, me dolía el cerebro, me dolía el alma y sentí una urticaria interna, como si contuviera una masa de seres vivos, cada uno de ellos con una voluntad y una personalidad propias. Y al mismo tiempo que estaba llena hasta el borde de voces y zumbidos, sentía la corriente de aire que existía entre cada uno de los electrones de mi cuerpo.
No sabía que vivía en tiempos de inocencia, igual que los antiguos no sabían que vivían en la antigüedad.
Las personas sólo consiguen reprimir sus pasiones si sus pasiones no son tan fuertes. Si las pasiones tienen la fuerza suficiente, entonces no hay elección posible.
Cuando los jóvenes lloran se ponen aún más guapos.
Las raras veces que yo lloro, parece que alguien haya usado mi cara para limpiar un suelo de hormigón.
Nadie se escapa a los cambios constantes que son la base de la vida.
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