La diversión no se lleva bien con la memoria.
Somos escritores, pero evitamos preguntarnos mutuamente de dónde sacarnos las ideas. Sabemos que no lo sabemos.
A la edad en que todavía no hay que afeitarse, el optimismo es una respuesta perfectamente legítima al fracaso.
Cuando una persona escribe (y supongo que cuando pinta, baila, esculpe o canta), siempre hay otra con ganas de infundirle mala conciencia. No tiene mayor importancia.
Piensa que un día puedes querer casarte, y las buhardillas a la orilla del Sena sólo son románticas para los solteros.
Los alcohólicos erigen defensas como diques los holandeses.
Decirle a un alcohólico que controle lo que bebe es como decirle a alguien con una diarrea de las que hacen historia que controle los esfínteres.
A menudo, escribir bien significa prescindir del miedo y la afectación.
El aspecto de los párrafos es casi igual de importante que lo que dicen. Son mapas de intenciones.
El lenguaje no está obligado a llevar permanentemente corbata y zapatos de cordones.
El objetivo de la narrativa no es la corrección gramatical, sino poner cómodo al lector, contar una historia... y, dentro de lo posible, hacerle olvidar que está leyendo una historia.
La seducción tiene mucho que ver con hablar con gracia.
La unidad básica de la escritura es el párrafo, no la frase. Es de donde arranca la coherencia, y donde las palabras tienen la oportunidad de ser algo más que meras palabras. La aceleración, suponiendo que en algún momento se produzca, ocurrirá a nivel de párrafo.
La crítica literaria, en gran medida, sólo sirve para reforzar un sistema de castas igual de antiguo que el esnobismo intelectual que lo ha alimentado.
La pereza intelectual llega a sus mayores cotas entre los más cultos.
Leer es el centro creativo de la vida de escritor.
Escribir es crearse un mundo propio.
La sala de escritura debería ser igual de íntima que el dormitorio, ser la habitación donde sueñas.
La narrativa consiste en descubrir la verdad dentro de la red de mentiras de la ficción, no incurrir en fraude intelectual por amor al vil metal.
Cada frase del desarrollo del escritor está marcada por alguna imitación.
Cuando un símil da en el blanco, nos procura la misma satisfacción que encontrar a un viejo amigo en una multitud de desconocidos.
Cuando un símil o metáfora no funciona, el resultado puede ser cómico o penoso.
La clave de una buena descripción empieza por ver con claridad y acaba por escribir con claridad, mediante el uso de imágenes frescas y un vocabulario sencillo.
Cuando el diálogo es malo, irrita al oído como un instrumento desafinado.
El arte procede de una imaginación creativa que trabaja duro y se divierte.
La capacidad de resumir y condensar es justamente lo que le da al simbolismo su interés, utilidad y, si se usa bien, capacidad de seducción.
Los trucos de escritor no tienen nada que ver con la historia. Lo único que tiene que ver con la historia es la propia historia.
Escribir un libro es pasarse varios días examinando e identificando árboles. Al acabarlo debes retroceder y mirar el bosque.
Estar casado, entre otras cosas, significa emitir el voto decisivo cuando el otro no sabe qué derrotero tomar.
Escribir es mágico; es, en la misma medida que cualquier otra arte de creación, el agua de la vida. El agua es gratis. Conque bebe. Bebe y sacia tu sed.
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